AMD lanzó sus procesadores Ryzen 6000 Series (Rembrandt) orientados a los equipos portátiles, los cuales hacen uso de la arquitectura Zen3+ (Zen3 @ 6nm de TSMC), manteniendo las configuraciones actuales de hasta 8 núcleos y 16 hilos de procesamiento, siendo la gran novedad la incorporación de los gráficos AMD RDNA2 junto al soporte de la memoria RAM DDR5 o LPDDR5, y por fin tener acceso a una interfaz PCI-Express 4.0 que le ayudará a recurrir a gráficas más potentes.
Según AMD, Zen3+ llega con más de 50 características actualizadas/nuevas respecto a Zen3, y la mayoría de ellas están centradas en mejorar el diseño a nivel de consumo energético, ya que cada núcleo de forma individual, cada unidad de cálculo de la iGPU, los controladores de memoria y el controlador de la pantalla, pueden ponerse en reposo cortando su energía, y despertarse, en una escala de tiempo de milisegundos.
Esto permite al procesador aprovechar oportunidades de fracciones de segundo dentro de su uso normal (como una pantalla inmóvil al leer un documento), para poner a "dormir" componentes seleccionados. Estas "siestas energéticas" tienen un efecto multiplicador en la eficiencia energética, y AMD afirma que la duración de la batería ha mejorado considerablemente. Eso se ha podido ver en los primeros equipos anunciados con CPUs AMD Ryzen 6000 vs Alder Lake.
A esto se le suma que AMD ha introducido varias optimizaciones de energía a nivel de firmware. El firmware del sistema ahora trabaja junto con los controladores para lograr una mayor interoperabilidad con el sistema operativo para ayudar con la gestión de la energía, el rendimiento, la térmica y la acústica en relación con cada escenario de carga de trabajo. Windows 11 elimina el escalado de potencia-rendimiento basado en el control deslizante, por lo que la gestión de energía de AMD trabaja en segundo plano para escalar automáticamente el rendimiento según las necesidades.
Realmente, mejoras como tal en términos de rendimiento, sólo las encontraremos con las gráficas AMD Radeon 600M Series, todas ellas bajo la arquitectura RDNA2 ofreciendo configuraciones máximas de hasta 768 Stream Processors (Radeon 680M) o un término medio con 384 Stream Processors (Radeon 660M).
El modelo tope de gama es más que suficiente para jugar a cualquier juego 1080p a una calidad gráfica decente con un framerate que no te haga llorar, y si bien la compañía puede indicar que incluye 12 Ray Accelerators para el RayTracing... mejor que te olvides, ya que ningún juego será jugable al activar esta tecnología.
Según la compañía, su iGPU tope de gama es capaz de casi duplicar el rendimiento de la iGPU Intel Iris Xe LP de 768 núcleos integrada en el Intel Core i7-1185G7 (Tiger Lake), y se queda un paso por detrás de la GeForce GTX 1650 Max-Q (aunque la forma de publicitarlo no fue la más acertada), una GPU dedicada, por lo que supera sin apuros a cualquier GPU Nvidia de la serie GeForce MX (también dedicada). Eso sí, no esperes ver esta CPU con muchas gráficas de Nvidia, y es que parece que prevalecerá la Radeon RX 6800S en los modelos de alta gama.
Al final, lo más importante es el precio, pero si bien ya se han lanzado los primeros equipos con estas CPUs, por ahora no hay ninguno listado en las tiendas.
Saludos.
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